Conoce Tobarra

General

Tobarra es una localidad ubicada en Castilla la Mancha, más concretamente en la provincia de Albacete, a 50 kilómetros de la capital. Tiene una población de más de 7000 habitantes, distribuidos entre el propio municipio de Tobarra y media docena de pedanías (Aljubé, Cordovilla, Los Mardos, Mora de Santa Quiteria, Santiago de Mora y Sierra). Está excelentemente comunicada ya que es atravesada tanto por la autovía A-30 como por la carretera N-301, ambas con dirección directa hacia el norte y el sur de la península. La población se extiende alrededor del Cerro de Santa Bárbara (también llamado del Reloj), flanqueada por otros dos Cerros emblemáticos: el de la Encarnación y el del Calvario.

Su clima es considerablemente árido, lo que unido al hecho de que no pasa cerca ningún río, configura un paisaje natural de matorrales bajos y núcleos de pinar no muy extensos. No obstante, en medio de todo ese entorno seco, podemos disfrutar de la Laguna de Alboraj, de origen cárstico y declarada Microrreserva en el año 2000, y hogar de especies peculiares como el Galápago leproso, el Chotacabras pardo o la planta autóctona y en peligro de extinción Helicantherrium polygonoides.

Tobarra está hermanada con el pueblo turolense de jar, con el que comparte, entre otras cosas y hechos históricos relevantes, la importante tradición tamborilera de la que hablaremos más adelante.

Historia

Los orígenes de Tobarra se remontan a la Prehistoria, pues se han encontrado fragmentos de sílex y flechas del Paleolítico en el paraje de Polope, así como algunas piezas cerámicas del Neolítico. También cabe señalar los vestigios de una necrópolis íbera del siglo VI a.C. situados en la Hoya de Santa Ana.

Se desconoce a ciencia cierta el origen del nombre, pero sí que fue mencionado por primera vez por el geógrafo Al-Udri en el siglo XI. Una hipótesis sostiene que el origen es íbero (la fonética es ibérica), y otra que es romano (“Túrbula la Romana”, como versa el himno local), en base a un mapa de Ptolomeo en el que aparece una Túrbula en un lugar similar a la ubicación actual del municipio, pero que se puede confundir con la ciudad de Villena (Alicante). En cualquier caso, romanos, visigodos, musulmanes y el Reino de Castilla han dejado importantes huellas (aunque no muy numerosas y en no muy buen estado la mayoría de ellas) en el pueblo.

La prueba de que Tobarra estaba habitada tras la conquista romana de la Península Ibérica es la vía que unía Complutum (Alcalá de Henares) con Carthago Nova (Cartagena), que pasaba por Tobarra y, tras un ligero desvío, retomaba después su camino hacia Illunum (Minateda).

Respecto a los visigodos, tenemos uno de los restos arqueológicos más importantes de la provincia de Albacete: el Eremitorio Hispanovisigodo del siglo VI ubicado en la Muela, entre Aljubé y la Laguna de Alboraj. Se construyó cerca de una antigua cantera romana, excavando directamente en la montaña, y sirvió como lugar de reunión y culto durante un tiempo considerable pero indeterminado hasta la fecha. Hay quien le da un origen etrusco a este asentamiento.

En época musulmana Tubarra (así se le nombra) quedó encuadrada en la Kura de Todmir (antigua provincia gobernada por el noble visigodo Teodomiro, el firmante del famoso pacto que lleva su nombre). Se construyeron, que se sepa, dos fortalezas y una mezquita (sobre la que se edificaría posteriormente una ermita), así como una extensa red de regadíos que convirtieron el lugar en un auténtico vergel y de la que algunos pozos originales todavía siguen funcionando. Varios nombres de topónimos también tienen su origen en esta época, como Aljubé, Alborajico, Abenuj o Alboraj. Como dato reseñable, hubo en Tobarra un caudillo local de la época andalusí al que llamaban Yagub ibn Jalid, Al Tubarri, que significa Jalid El de Tobarra.

En 1243, la villa es reconquistada por el infante Alfonso de Castilla (futuro rey Alfonso X el Sabio). Poco después perteneció al alfoz de Alcaraz. En los siglos XIV y XV mantuvo alternancia como villa de señorío –los diversos dueños del Marquesado de Villena- y villa de realengo con los reyes castellanos. En 1324 la villa fue incendiada y arrasada totalmente por razias nazaríes hasta el punto que hubo de levantarse de nuevo. En 1476 se incorpora definitivamente a la corona de Castilla con los reyes Católicos.

Para terminar, un par de apuntes curiosos: En 1766, después de Madrid, Tobarra se convirtió en el segundo lugar de España en levantarse ante la grave crisis que estaba viviendo la naciónen el contexto del Motín de Esquilache. (Para más inri el propio marqués de Esquilachehabía dormido en Tobarra la noche anterior mientras andaba inmerso en su destierro). En la elaboración de la Constitución de 1812 intervino el sacerdote de Tobarra Ramón de los Santos García Pérez, que había escrito en 1805 un libro titulado Teoría de una Constitución Política para España.

Monumentos

El Santuario de Nuestra Señora de la Encarnación y Ermita del Cristo de la Antigua, declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en 1981, donde podemos encontrar un artesonado mudéjar de gran valor, frescos del siglo XVI que versan sobre la Pasión y los santos protectores, un camarín con pinturas murales del siglo XVIII dedicado a La Virgen y que se ha restaurado recientemente, y otro rococó en la capilla donde se encuentra el Cristo de la Antigua, patrón de la villa. Se ubica cerca de otro enclave singular: Los Ojos del Diablo, que es en realidad una parte de los restos de una torre del antiguo castillo medieval que antes fue fortaleza musulmana, y del que además de esa sección, también se conservan vestigios de la torre central, la puerta y un aljibe que todavía es funcional.

La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construida entre 1546 y 1616, uno de los ejemplos más destacados del estilo renacentista en la región (aunque tiene planta gótica). Sufrió un hundimiento en la primera mitad del siglo XX, en el cual se derrumbó el campanario y ocasionó importantes daños a toda la estructura. A partir de ahí ha habido numerosas reconstrucciones, la última bastante reciente. Se declaró Bien de Interés Cultural en el año 2000. En su interior se encuentran la mayoría de imágenes que desfilan durante la Semana Santa.

El Museo del Tambor situado en la que fuera Ermita de la Purísima (siglo XVII). Este museo es único en Europa y alberga tambores provenientes de los cinco continentes, así como otras piezas de percusión y mucha información relacionada con la tradición tamborilera tobarreña, su historia y su artesanía.

Monumento al Tambor y Monumento al Nazareno, ambos obra del artista local Jesús D. Jiménez Ramírez, y que rinden tributo a los dos pilares esenciales de la semana más importante de este municipio manchego. El primero representa el tambor y su evolución (su nombre real es La Evolución), y aglutina en torno a él a cientos de tamborileros, si no miles, para disfrutar al unísono del Cierre del Tambor. El segundo, por su parte, homenajea a los nazarenos y agarráores, y el avance de la tradición de generación en generación.

También podemos encontrar el Reloj de la Villa; la Iglesia de San Antón; la Ermita del Calvario y las paradas del Vía Crucis que se encuentra en su acceso; el Convento de los Franciscanos Observantes de San José (en la actualidad sede de la Federación de Cofradías de Semana Santa); el anteriormente mencionado Eremitorio Rupestre Hispanovisigodo de Alborajico y la torre de El Castellar en Sierra, la otra fortaleza musulmana de la que quedan restos identificables: una torre en bastante buen estado.

Gastronomía

La gastronomía tobarreña ofrece platos más o menos típicos de la cocina manchega, como los gazpachos o el arroz con conejo y caracoles serranos, el “ajo de mataero”, las gachas, las migas ruleras, el atascaburras o el conejo al ajillo; postres como el Pan de Calatrava, las fritillas, los panecicos dulces o las tortas de manteca y las toñas; aperitivos como el forro, los callos, las tripas, michirones o los caracoles. Respecto a estos últimos, son un plato veraniego muy apreciado y consumido, y en cada bar o restaurante los preparan con su toque personal. Es por esto que hay tantas recetas para elaborar los caracoles como bares que los ofrezcan.

En Tobarra también se elaboran grandes vinos (Denominación de Origen Jumilla) y deliciosos y variados embutidos, además de conservas de caza. Y también hay una enorme variedad de productos agrícolas, entre los que destacan el azafrán, las habas (aparte de con diversas recetas, suelen comerse crudas cuando están frescas) y el albaricoque “Moniquí”, que es enormemente apreciado y tiene fama nacional e incluso internacional. Es una variedad proveniente de oriente (como todos los albaricoques), pero que en las tierras de Tobarra ha encontrado el lugar idóneo para prosperar y deleitar los paladares y estómagos de los comensales. A pesar de tener un período de floración muy reducido y de que es muy exigente en cuanto a las condiciones óptimas para su polinización y producción, el extraordinario sabor y tamaño de este producto compensa con creces esos condicionantes.

Festejos

Sus fiestas y celebraciones más destacadas son la Semana Santa, declarada de Interés Turístico Regional y Nacional, con su famosa Tamborada (104 horas) y sus solemnes procesiones, las Fiestas de Mayo, en honor a sus patronos el Cristo de la Antigua y Virgen de la Encarnación y la Feria y Fiestas de San Roque que se celebra del 14 al 21 de Agosto. De todas ellas la más importante, sin lugar a dudas, es la Semana Santa.

La Semana Santa, declarada de Interés Turístico Regional y Nacional, tiene un origen incierto, pero probablemente tenga algo que ver con la llegada al pueblo de San Vicente Ferrer para predicar, en 1411. De la primera hermandad de la que se tiene constancia es la de la Sangre de Cristo, que existía ya en el siglo XVI y procesionaba solamente el Viernes Santo. En las siguientes décadas se fueron integrando otras hermandades y pasos, y ya a finales del siglo XVIII llegó la imagen de la Virgen de los Dolores, obra del afamado escultor Francisco Salzillo, y que es seguramente la pieza escultórica más prestigiosa de Tobarra.

 

En la Guerra Civil, durante el verano de 1936, fue destruido casi todo el patrimonio tobarreño relacionado con la Semana Santa. Solamente sobrevivieron las cabezas de la imagen de la Virgen de los Dolores y la del Ecce Homo y un puñado más de restos de otras imágenes, estandartes y tronos. Hubo que reconstruir y restaurar, por tanto, casi todo. Gremios y familias son la espina dorsal de las hermandades de Tobarra, tanto es así que durante mucho tiempo ha sido normal que las familias y/o gremios se hiciesen cargo de la organización y los gastos de los desfiles procesionales en algunos casos.

Actualmente en Tobarra hay 15 hermandades ya consolidadas, que procesionan durante toda la semana, desde Lunes Santo hasta el Domingo de Resurrección, exceptuando Sábado Santo (no todas durante todos los días, sino que hay una programación basada en la Pasión de Cristo). Aunque podría decirse que la fiesta realmente comienza el Domingo de Ramos con la Procesión de Las Palmas, en la que los tobarreños sacan a “La Burrica”, que simboliza la llegada de Jesús a Jerusalén. En las procesiones, los pasos –llevados a hombros- y sus hermanos van acompañados de bandas musicales, incluso algunas hermandades tienen banda propia. Eso ayuda a conferir ese toque solemne, místico y emocionante que tienen estos eventos.

Tambor

Una hipótesis muy difícil de demostrar sugiere que fueron los Bereberes los que introdujeron el tambor en Tobarra en la época de Al-Andalus, pero no hay todavía evidencia que lo demuestre. Otra hipótesis afirma que podría haber sido un elemento incorporado a la procesión en algún momento a partir del siglo XVI por los franciscanos o por los hermanos de la Cofradía de la Sangre, separándose posteriormente de las procesiones (siglo XIX), o incluso con la llegada de San Vicente Ferrer, en las procesiones que organizaba este sacerdote, de las que se decía que “se hacía acompañar de toda clase de instrumentos y cacharros para hacer ruido”. La teoría más extendida es que los introductores fueron los aragoneses que acompañaban a Don Pedro Fernández de Híjar (Primer Señor de Híjar) camino de Murcia para aplacar la revuelta nazarí, y que a su paso por Tobarra muchos de ellos echaron raíces. Todo esto ocurriría en época de Jaime I “El Conquistador”, en el siglo XIII.Se han recogido testimonios que nos dan idea de cómo era el tambor tobarreño estándar en el siglo XIX: “La caja y aros de madera, pieles de cabra apretadas por cuerdas en zigzag que pasan sobre los agujeros de los aros y que se tensan con bandana o baqueta o incluso mojando las cuerdas. Bordones de cáñamo”. También en el siglo XIX apareció el “Tambor Chafao”, que tenía unas dimensiones bastante peculiares (60-70 cm de diámetro por 10 cm de alto). Ese modelo perduró y convivió con otros más antiguos durante bastante tiempo.

Y lo cierto es que hasta el siglo XX el tambor evolucionó poco. Es en ese siglo, gracias al ingenio de un puñado de artesanos profesionales y aficionados, cuando aconteció la auténtica revolución. Algunos hitos:

1) A principios del siglo XX se empezó a trabajar con el metal, pero fue Mariano Martínez  “El Petro” quién en 1932 sacó a la luz el primer gran ejemplo, que además contaba con  tornos niquelados, lisos o agujereados.

2) En 1934 Francisco Ruíz, Paco “el de la Socorro”, crea el que se considera el primer  tambor de tornos anchos y calados a base de lima, con alegorías de la Pasión. Manolico “El Aperaor” es el encargado  de patentar las cajas pulimentadas. Ese mismo año Manuel Sahorí García, “EL Zoril”,  fabrica un tambor de 38 por 17,5 cm, medidas similares a las que son estándares  actualmente.

3) A finales de los años sesenta llega el plástico; los bordones de cáñamo dan paso a la tripa y  después al nailon. En 1970-1972 Antonio Jiménez “El Batanero” revoluciona la artesanía del  tambor con “La Tira”. En 1977 aparece la primera reductora (aunque el invento data de 1972, puesta en el tambor sin tornos de Jesús García). Hay una fiebre innovadora: “Cachito” con el metacrilato, Jesús “Perijuan” con los tambores sin tornos y el de sin caja;  o la pandereta, con una sola piel, de Antonio García Navarro. Entre muchos otros.

4) Actualmente el tambor se compone de: Caja de metal, catorce tornos cromados y otras  tantas torretas, dos aros, veintiocho grapas (catorce para cada aro) e igual número de  palometas o cálices, dos parches de cabrito o plástico, emparchadas en sendos aretes; una  o dos llaves de bordones. Estos pueden ser de tripa o de nailon forrado de hilos metálicos, varían entre ocho y veinte, un serón o reductora. Y no podemos olvidar otros accesorios  indispensables: los palillos, la túnica y el cinto.

La indumentaria tradicional se ha caracterizado por su sencillez pues los tamborileros llevan una túnica ceñida, en el cuello un pañuelo y a la altura de la cintura un cordón (años atrás casi exclusivamente en color morado, blanco y blanco, respectivamente; pero eso ha ido cambiando y en la actualidad la variedad de colores, accesorios y combinaciones es enorme).

En Tobarra se toca el tambor de forma ininterrumpida (de manera opcional y absolutamente libre) durante 104 horas, lo cual es probablemente un acontecimiento único en el mundo. Se comienza Miércoles Santo con la Tamborada Escolar a las 16h. y se termina Domingo de Resurrección, a medianoche, tras el espectacular Cierre del Tambor que se da alrededor del monumento del mismo nombre. Son múltiples los toques típicos y tradicionales (Zapatata, Me las’ tentao, riquitiplí, etc.), pero también hay lugar para la inventiva de las cuadrillas y para la adopción de toques de otros lugares, convirtiendo el sonido del tambor tobarreño en un crisol variado, complejo y estimulante como pocos.

No podemos olvidarnos de la formidable artesanía del tambor que se viene cultivando desde hace varias generaciones. En Tobarra se elaboran tambores que son auténticas joyas, muy apreciadas en todos los lugares tamborileros de España. Cada artista tiene su propio estilo y motivos para decorar sus piezas, lo que otorga una riqueza y profundidad sin parangón al “catálogo” de obras de arte tobarreñas. Todavía a día de hoy se sigue innovando y creando, y aparecen nuevos artesanos que seguro mantendrán este modo de arte vivo por mucho tiempo.

Actualmente la Tamborada de Tobarra y su Cierre del Tambor son considerados Bien de Interés Cultural y,  junto a la mayoría de las otras tamboradas que componen el Consorcio de los Pueblos del Tambor y el Bombo, incluidos los de la Ruta del Tambor del bajo Aragón,son Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

Fuentes

saposyprincesas.elmundo.es

https://www.semanasantadetobarra.com/

wikipedia.org

tobarra.es

camposdehellin.com

flavoresdeespaña.com

turismocastillalamancha.es

tobarramania.com

artesaniadeltambor.es

http://blogtobarra.blogspot.com

Aproximación a la Evolución del Tambor Tobarreño, Guillermo A. Paterna Alfaro.